El lenguaje que utilizamos moldea nuestra manera de ver y percibir el entorno, por tanto, es importante tomar conciencia del correcto uso de las palabras y expresiones que usamos a diario. 

Durante muchos años la sociedad ha transmitido y reproducido ideas que reflejan mitos y prejuicios en relación a las personas con discapacidad. La perpetuación de su uso constituye una barrera a la diversidad e inclusión social. 

Con la finalidad de dar respuesta a esta problemática surge el lenguaje inclusivo, el cual se define por estar libre de palabras, frases o tonos que reflejan puntos de vista que discriminan o excluyen de alguna manera a personas y grupos en base a ciertos atributos¹.

De acuerdo a la UNESCO, el lenguaje es un “producto social e histórico que influye en nuestra percepción de la realidad. Al transmitir socialmente al ser humano las experiencias acumuladas de generaciones anteriores, el lenguaje condiciona nuestro pensamiento y determina nuestra visión del mundo”.

Esta visión inclusiva del lenguaje se enmarca en el enfoque de derechos, que reconoce el valor de la  persona con discapacidad por su aporte a una sociedad diversa y no por su condición.

Nuestro país adquirió el compromiso de propiciar el enfoque de derechos el año 2008, al ratificar el Protocolo Facultativo de la Convención de Derechos de Personas con Discapacidad (CDPD), que tiene por finalidad promover el resguardo de los derechos de las personas con discapacidad y que entrega lineamientos en relación al lenguaje, para contribuir a la eliminación de barreras del contexto que impiden la participación del colectivo.

Lo primero a considerar a la hora de elaborar contenidos con lenguaje inclusivo es referirse correctamente a la discapacidad siguiendo las indicaciones proporcionadas por la Convención Sobre Los Derechos De Las Personas Con Discapacidad (CDPC) que establece que el concepto adecuado a utilizar es “persona con discapacidad”.

¿Por qué?

Porque el énfasis ha de ser puesto en la persona por sobre el déficit que esta tenga, puesto que la discapacidad no define lo que la persona es. 

La recomendación es evitar expresiones como “discapacitado”, “persona con necesidades especiales”, “enfermos” o “deficiente mental”, entre otras, porque son conceptos que no se ajustan al enfoque de derechos. Si tienes dudas sobre cómo expresarte, un ejercicio práctico es recurrir siempre al concepto oficial que es “persona con discapacidad” o “discapacidad”.

Por otra parte, según se establece en la CDPC, la discapacidad no es una característica o atributo personal, sino que corresponde al resultado de la interacción entre los déficits de la persona con las barreras del entorno.

En este caso, se usa la expresión “enfermos” asociada, entre otras condiciones, a personas que tienen Síndrome de Down y Trastorno del Espectro Autista (TEA). Si bien el origen de una discapacidad puede ser una enfermedad, discapacidad y enfermedad no son lo mismo. Asimismo, tal como una persona puede estar enferma sin tener discapacidad, puede tener discapacidad y no estar enferma.

Otro aspecto a tener presente es evitar centrarse en la condición de la persona. Es común encontrar contenidos que erróneamente se refieren a la discapacidad utilizando adjetivos, lo que fomenta la generación de estereotipos y se desmarca del lenguaje inclusivo.

Para no cometer estos errores, un ejercicio de utilidad es reemplazar el adjetivo por el tipo de discapacidad.

Conceptos como “in-vidente” ponen el foco sobre lo que la persona no puede hacer, definiéndola a partir de una ausencia.

Otro aspecto que recomendamos evitar es hacer referencia a la discapacidad a través de la victimización, o vincular la condición a una enfermedad.

Lo primordial es respetar la agencia de la persona, por lo que es importante eliminar verbos victimizantes y que vuelven a la persona un objeto pasivo, tales como sufrir, padecer, adolecer etcétera. La agencia no se debe traspasar a la discapacidad, que es lo que sucede cuando decimos que una persona está afectada, limitada, afligida, aquejada o confinada (en el caso de usuarios de sillas de ruedas) por su discapacidad.

¿Qué expresión te parece más correcta?

Exponer los logros de las personas con discapacidad de manera sobredimensionada, propicia en el imaginario colectivo la idea de que personas con discapacidad no pueden participar en los distintos ámbitos de la sociedad, convirtiendo este hecho en algo novedoso o extraordinario.

En estos casos recomendamos apuntar a comunicaciones inclusivas, con foco en la accesibilidad y en donde se releve la importancia de que cada día se abran más espacios para la participación plena de las personas, sin importar su condición.

No tiene nada de malo celebrar los logros de los demás, pero ¿por qué es más «impactante» que tenga una discapacidad a que sea un buen actor?