I. ¿De qué se trata la participación social?
Uno de los objetivos de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad del año 2006 es asegurar la “participación e inclusión plenas y efectivas en la sociedad” de las personas con discapacidad intelectual. Pero, ¿qué quiere decir esto? ¿qué significa participar plenamente en la sociedad?
Participamos como personas en la sociedad cuando formamos parte de un colectivo y podemos intervenir libremente tanto en el espacio público como en el privado.
Piensa en tu propio día a día, en los encuentros que te llevan a socializar con tus seres queridos los fines de semana, en las salidas con tus amigos y amigas al restaurante o al museo, en tus relaciones laborales, en las reuniones de trabajo, etc.: en todas estas instancias estás participando socialmente.
Todas las personas intervenimos en la sociedad de distintas maneras: como estudiantes, trabajadores, familiares, amigos/as, vecinos/as, pacientes, entre otros. Según estos mismos roles, nos movemos por distintos espacios: por colegios, museos, bibliotecas, centros de salud, accedemos al transporte público, vamos a restaurantes, e incluso a lugares de intercambio monetario como supermercados o tiendas de todo tipo.
En esto consiste la participación social para las personas con discapacidad intelectual: en poder relacionarse con las demás personas en distintos roles, y ser capaz de usar todos los espacios que están a disposición de cualquier persona, sin ser discriminados/as. En otras palabras, que se puedan vincular con su familia, con sus amigos y amigas, con sus vecinos, que puedan acceder a un trabajo, que generen lazos con sus compañeros y compañeras, que puedan participar de la vida comunitaria en eventos sociales, en la vida de barrio, en instituciones, entre otras cosas.
Considera esto: si nuestro familiar con discapacidad intelectual quiere salir a comprar, su integración social tiene que garantizar que pueda tomar la micro o el metro como cualquier otra persona, accediendo al servicio fácilmente, sin problemas, y completando el trayecto de forma segura, sin ser discriminado de ninguna manera por su condición.
Nuestro familiar debe poder ir de compras de la misma manera: eligiendo la tienda a la que desea entrar, sin ser discriminado/a, y pudiendo realizar sus compras de manera fácil y segura. Si después de eso desea ir a comer a un restaurante, si quiere salir con un amigo o amiga, si elige hacer clases de yoga en un centro cultural del barrio, cualquier cosa que quiera hacer, debe ser libre de poder hacerlo.
¿En qué contextos podemos generar oportunidades de participación social?
1. Vida personal y familiar: La instancia más importante en la que una persona con discapacidad intelectual puede comenzar a participar socialmente es en el hogar. Por esto, es necesario generar espacios seguros de diálogo en los cuales nuestro familiar se sienta libre de expresar sus opiniones, de tomar decisiones, de participar en la resolución de problemas, entre otras cosas.
Un momento ideal para conversar podría ser a la hora del almuerzo, la once o la cena, ya que al estar toda la familia reunida en la mesa, resulta más fácil compartir historias, opiniones y experiencias con honestidad y respeto.
2. Grupos y clubes: Otra forma de compartir en sociedad es salir del hogar para entablar relaciones con personas externas a la familia. Por ejemplo, al inscribirse en actividades recreativas, deportivas, de interés cultural o de ocio. Cualquier evento que sea del gusto de la persona es una buena oportunidad para crear nuevas relaciones interpersonales.
Un consejo: Elige una actividad que sea de tu interés y tu agrado. Puede ser cualquier cosa, desde practicar fútbol, natación o cualquier otro deporte, hasta aprender a cocinar pasteles en un curso de gastronomía, tomar un taller de cine, de literatura o de reciclaje y compostaje, etc.
3. Comunidad: Una forma de insertarse en la comunidad puede ser a través de las actividades del barrio, de la municipalidad o de cualquier otra institución u organismo local. Una idea sobre cómo empezar a involucrarse en la vida comunitaria es revisando periódicamente los canales de información de tu localidad, por ejemplo, de tu junta de vecinos o de tu municipio. Lee con frecuencia el sitio web de la municipalidad o de otras instituciones que te interesen, explora el apartado cultural, el calendario de eventos, de talleres, y otros recursos que están a disposición de las personas.
II. ¿Y sus derechos?
La persona con discapacidad intelectual debe tener claros cuáles son sus derechos para hacerlos cumplir al relacionarse con los demás.
Sus principales derechos han sido establecidos en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, encargada de promover, proteger y asegurar las libertades fundamentales de todas las personas con discapacidad, además de fomentar el respeto de su dignidad inherente.
¿Cuáles son estos derechos?
- El derecho de igualdad y seguridad, es decir, el derecho de las personas con discapacidad intelectual a no ser juzgadas o discriminadas por su condición. Además, la garantía de que se les debe ofrecer protección legal efectiva en caso de sufrir discriminación por cualquier motivo.
- El derecho de libertad o poder decidir libremente. Por ejemplo, elegir su residencia, tener la libertad de migrar y desplazarse hacia donde desee, ser libre de opinar y poder acceder fácilmente a información, entre otros aspectos.
- El derecho de privacidad o el respeto de su información personal, además de todo lo relativo a la confidencialidad de su estado de salud. También se debe respetar la privacidad de su espacio personal.
- El derecho a la salud y el bienestar, o el acceso a los servicios de salud física y mental de calidad de manera oportuna.
- El derecho de inclusión y ajustes razonables, es decir, el acceso a cualquier espacio físico, a los medios de transporte y a los servicios e instalaciones de uso público. También, el derecho de poder participar en política y en cultura, o en otros ámbitos sociales de los que han sido históricamente apartados.
- El derecho a vivir de manera independiente, de ser libre de elegir dónde, cómo y con quién vivir, y de ser incluido en la comunidad. Además, la garantía de poder acceder a los servicios de apoyo de la comunidad en igualdad de condiciones, teniendo en cuenta sus propias necesidades.
III. Reflexiones y consejos de las propias familias para incentivar la participación social y los derechos de las personas con discapacidad intelectual
A continuación, queremos exponer algunas reflexiones de familiares de personas con discapacidad intelectual sobre cómo fomentar las relaciones sociales y la defensa de sus derechos. Estos familiares han participado en nuestros programas de inclusión sociolaboral.
- «La participación depende del carácter y de la personalidad de cada una de las personas».
- «Para intencionar la participación es necesario el apoyo de la familia en la generación de instancias que permitan el encuentro con amigos y otros familiares donde puedan compartir, dar opiniones y expresar sus intereses, como en una comida».
- «La participación social de las personas con discapacidad se puede ver limitada por la tecnología, ya que a muchos de nuestros hijos les resulta más fácil comunicarse por las redes sociales que de manera presencial».
- «No hay que ponerle tanto título a los derechos ya que las personas con discapacidad tienen los mismos derechos que todas las demás personas. Es más importante promover la participación».
- «Hay que conocer a nuestros hijos e hijas y darles una mano en todo lo que necesiten».
- «Hay pocas oportunidades para las personas con discapacidad, pero como familia no hay que dejar pasar todas oportunidades que se presentan».
Al apoyar a tu familiar con discapacidad intelectual buscando espacios donde pueda contribuir, al generar eventos de socialización, al preguntarle y conocer sus intereses, al promover que se traslade independientemente, entre otras cosas, estás fomentando su participación social.