La población mundial está envejeciendo. Al mismo tiempo, la expectativa de vida ha ido en aumento. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 2015 y el 2050, la proporción de la población mundial sobre los 60 años va a duplicarse, pasando de un 12% a un 22%1. Sumado a esto, se estima que más del 80% de la población de adultos mayores vivirá en países en vías de desarrollo para el 2050.
El envejecimiento
Desde una perspectiva biológica, la vejez trae consigo desgaste y daño celular, lo que se puede traducir en múltiples dolencias y/o en la disminución de la capacidad física y mental de las personas.
Entre las enfermedades más comunes asociadas al envejecimiento están la pérdida de audición o visión, artritis o artrosis, diabetes, depresión o demencia. A medida que las personas envejecen es cada vez más probable experimentar estas dolencias y otras más en paralelo.
Vejez y discapacidad
Los problemas de salud asociados a la población adulto mayor aumentan con la edad y pueden decantar en una discapacidad.
Recordemos que discapacidad ha sido definida por La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) como
“el resultado de la interacción entre los déficits de la persona y las barreras del contexto, ya sean físicas o de la actitud”.
De acuerdo con esto, no en todos los casos la discapacidad es una condición congénita (es decir, que se tiene desde el nacimiento), sino que, en varias ocasiones, surge a lo largo de la vida a partir de problemas de salud, riesgos o accidentes que se agudizan con la vejez.
El mayor inconveniente que se relaciona con el aumento de las discapacidades a medida que la persona avanza en edad es la dependencia. Muchas de las condiciones que se asocian con la discapacidad en la vejez –por ejemplo, las enfermedades que impiden el movimiento físico, la demencia senil o el alzheimer– hacen que la o el adulto mayor no pueda desarrollar sus tareas diarias de manera autónoma y deba estar bajo el cuidado de otra persona.
Sistema de cuidados
En Chile, la Ley N°20.4222 establece la dependencia como el
“estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de una o más deficiencias de causa física, mental o sensorial, ligadas a la falta o pérdida de autonomía, requieren de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar las actividades esenciales de la vida”.
Aunque esta Ley indica que el Estado se compromete a promover la atención de las personas en situación de dependencia “a través de prestaciones o servicios de apoyo”, lo cierto es que el cuidado aún recae, en un gran porcentaje, en un o una familiar de la persona dependiente, en su mayoría, en las mujeres.
Según el II ENDISC3, quienes se ocupan del cuidado de la población adulta en situación de discapacidad son principalmente mujeres (73,9%). El porcentaje es aún mayor (80,7%) para las cuidadoras de las personas en situación de dependencia funcional.
Aún más, las mujeres que se encargan del cuidado de la población adulta en dependencia realizan sus labores, en su mayoría, de manera informal no remunerada. Según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del 20174, de las 672 mil personas en situación de dependencia que se contabilizan en Chile, alrededor de 470 mil (70%) cuentan con el apoyo de una cuidadora interna informal.
Por esto, con el fin no sólo de cumplir con la Ley N°20.422 sino para garantizar un estado de bienestar para las personas adulto mayores en dependencia y sus cuidadoras, el gobierno actual de Gabriel Boric creó el Sistema Nacional de Cuidados (SNC), que incluye, entre otras cosas:
- Registro de personas cuidadoras, con el objetivo de relevar su rol y reconocer sus derechos.
- Fortalecimiento de los programas de cuidados domiciliarios para reducir la carga de trabajo de las cuidadoras
- Capacitar y otorgar un empleo formal a quienes ejercen las labores de cuidado de manera informal
- Avanzar hacia la universalidad del sistema
- Avanzar en la prevención de la dependencia de las personas adulto mayores, fortaleciendo la oferta de Centros Diurnos para el Adulto Mayor (CEDIAM), entre otras cosas.
La población adulto mayor –tanto en nuestro país como en el mundo– crece de manera acelerada y todavía queda mucho trabajo por hacer para asegurar un envejecimiento digno y seguro. Por eso, es fundamental seguir de cerca los avances que se hagan en cuanto a discapacidad, vejez y personas cuidadores.