La educación es una de las dimensiones fundamentales para la construcción de la sociedad. En el espacio educativo se desarrollan habilidades sociales, cognitivas, y se ponen a prueba aspectos centrales para la vida.

Por esto, tanto la mejora de la calidad como el acceso a la educación han sido preocupaciones claves durante los últimos años en nuestro país. A esto se suma la necesidad de tener un sistema educativo inclusivo que tome en cuenta parámetros de inclusión y diversidad desde su concepción.

Una educación inclusiva y diversa debe considerar en su base que todas las personas son diferentes, y que las cualidades y habilidades de cada una enriquecen la sociedad. Así, la inclusión considera parámetros como:

• el país de origen, 
• la orientación sexual, 
• la condición social,
• la pertenencia a pueblos originarios,
• las necesidades educativas especiales,
• las capacidades cognitivas,
• la religión,
• entre otros.

El propósito de una educación inclusiva es construir un ambiente diverso que atienda las necesidades de todas y todos los estudiantes, haciendo hincapié en aquellos que han sido generalmente marginados de los modelos educativos tradicionales.

Los entornos educativos inclusivos y diversos son importantes ya que favorecen la integración social de todas las personas, fomentan la igualdad de oportunidades y la creación de una comunidad equitativa. 

Según el Informe Nacional de la Calidad de la Educación 2017, las escuelas menos segregadas generan mejores resultados escolares, mejoras en el acceso a la educación superior y al empleo.

Además, la inclusión y la diversidad desde temprano puede ayudar a contrarrestar desigualdades sociales ya que favorece el encuentro y la vida en común de personas de distinto origen, género, capacidades, orientaciones, gustos, etc. Esa convivencia se reproduce desde la educación hacia otras esferas de la vida.

Para gestionar la diversidad y la inclusión en el sistema educativo chileno, existen distintas medidas implementadas por el Estado. Entre ellas están:

• Decretos Supremos N° 01/98 y N° 374/99: Establecen las guías para instalar los Programas de Integración Escolar en cada establecimiento, los que obtienen recursos humanos y materiales para apoyar a estudiantes con necesidades educativas especiales (NEE).

• Ley N° 20.201 (2007): Incrementa la subvención de educación especial para discapacidades más severas y perfecciona la normativa que regula a la educación especial. En concreto, esta ley entrega financiamiento de acuerdo con las NEE y propone la realización de una evaluación de ingreso de necesidades educativas especiales transitorias (NEET) y necesidades educativas especiales permanentes (NEEP) para identificar a estudiantes beneficiarios.

• Ley N° 20.248 Subvención Escolar Preferencial (SEP) (2008): Entrega recursos adicionales a los sostenedores de establecimientos suscritos voluntariamente al régimen de la SEP por cada estudiante prioritario.

• Ley N° 20.370 General de Educación (2009): Entre otras cosas, establece la educación como un derecho de todas las personas, y obliga al Estado a garantizar el acceso gratuito a la educación para quienes lo necesiten.

• Programa de Integración Escolar (PIE) (2009): Propone estrategias de inclusión con el fin de mejorar la calidad educativa y favorecer la participación de las y los estudiantes con NEE en el aula.

• Diversificación de la enseñanza (Decreto N° 83) (2015): Establece criterios y orientaciones de adecuación curricular para estudiantes con NEE de educación parvularia y básica. Este decreto ordena implementar el acceso universal al currículo nacional para aportar a la inclusión y al respeto a la diversidad, con igualdad de oportunidades, calidad y equidad.

• Ley N° 20.845 de Inclusión Escolar (2015): Garantiza el derecho a la educación para que todos los niños, niñas y jóvenes tengan la misma oportunidad de desarrollar sus capacidades, sin importar sus diferencias o dificultades. Este proyecto es un gran avance en la disminución de los niveles de segregación escolar y de oportunidades.

Las leyes y decretos son sólo una parte de la administración de la inclusión y la diversidad. De hecho, las medidas que facilitan la implementación de la diversidad y la inclusión en la educación atraviesan tres niveles: los marcos normativos, el contexto general de la escuela y la práctica pedagógica en el aula.

Por eso, la Ley de Inclusión Escolar es un promotor importante para seguir mejorando el sistema educativo, pero no es suficiente para garantizar la inclusión. También es importante hacer un seguimiento de cómo se aplican las medidas directamente en el establecimiento educacional y en el aula.

En concreto, en la institución educativa, la buena convivencia, un equipo de profesionales que apoye la labor docente y la buena relación entre estudiantes y profesores son claves que permiten el fomento de las prácticas inclusivas.

El Informe Nacional de la Calidad de la Educación establece una lista de prácticas destacadas para gestionar la diversidad y la inclusión en la escuela. Entre ellas destacan:

• Determinar necesidades educativas: Las interacciones y actividades como reflexiones grupales son fundamentales para conocer la vida de las y los estudiantes, y así, determinar mejor cuáles son sus necesidades. Además, dentro del aula se puede observar el desarrollo de habilidades de escritura y expresión oral para determinar si se requieren otras evaluaciones formales.

• Impulsar la agencia en el aula: Si los y las estudiantes tienen la oportunidad de influir en las actividades de la clase y del currículo, se involucran mejor con el proceso de enseñanza y aumenta su autoafirmación, por ejemplo, cuando eligen las lecturas en base a sus propios intereses y habilidades o sugiriendo ajustes en las metodologías docentes.

• Proyectar un aprendizaje significativo: Al vincular los contenidos con la realidad y con los códigos propios de las y los estudiantes, ellos son capaces de entender su relevancia. Además, si se presentan los contenidos con un enfoque práctico, explicando cuál es su uso efectivo, el aprendizaje es aún mayor.

• Fomentar autosuficiencia de las y los estudiantes: Es fundamental dar una retroalimentación positiva para que las y los estudiantes vean que son capaces de ser exitosos. Esta práctica es más necesaria en contextos vulnerables donde niños/as y jóvenes tienen una baja autoeficacia o autoestima.

• Presentar el contenido de múltiples formas: Dado que todas las personas aprenden de distinta manera en función de sus propias habilidades, es muy importante entregar la información por distintos canales. Considera añadir representaciones visuales, uso de colores y sonidos según los estilos de aprendizaje de las y los estudiantes.

• Evaluar de múltiples formas: Prepara actividades flexibles que permitan a las y los estudiantes diversas maneras de dar respuestas. Esto les facilita entender los objetivos de una actividad, tarea o evaluación.

• Preparar el espacio: Para atender correctamente la diversidad de estudiantes, es importante considerar el orden de los elementos que componen la sala. Entre otras cosas, reconsidera los puestos de las y los estudiantes, poniendo a aquellos con mayores dificultades de aprendizaje en puestos estratégicos. También puedes organizar los puestos en forma de U para fomentar el sentido de comunidad.

• Organizar el horario: Se debe considerar que todos los y las estudiantes tienen un ritmo de aprendizaje distinto, por lo que es necesario mantener flexibilidad en los tiempos de la clase, en especial para aquellos estudiantes que muestran un ritmo de aprendizaje diferido.

• Favorecer la participación: 
  • Propiciar un ambiente de confianza y respeto que permita la expresión de opiniones y preguntas libremente y sin miedo.
  • Trabajar de manera personalizada con las y los estudiantes que presentan dificultades en el aprendizaje para favorecer el avance y la nivelación con el resto de sus compañeros/as. 
  • Entregar incentivos con las notas o puntajes de actividades en la clase para fomentar el involucramiento y la participación de todos los y las estudiantes durante la clase.